Seguro que en los últimos tiempos te has encontrado frecuentemente con esta palabra en tu día a día, ofertado en clínicas, gimnasios, talleres municipales o incluso en algún seminario en tu lugar de trabajo…sin tener muy claro qué es exactamente: ¿Un nuevo deporte? ¿Una forma milagrosa para disfrutar en el trabajo? ¿Una nueva dieta? ¿Sentarme y repetir incesantemente eso de “Ohm”? Pues bien, el objetivo de este artículo es desvelar exactamente su significado y aplicaciones, ayudándote a descubrir sus efectos y beneficios.

Definición

“Mindfulness” es la traducción al inglés del término pali “sati”, que significa atención, conciencia y recuerdo. En español no disponemos de un solo término para traducirlo por lo que normalmente se ha empleado “Atención o Conciencia plena”, “Presencia mental” … razón por la que muchos autores deciden utilizar directamente el vocablo inglés “Mindfulness”. Podemos decir que el responsable de “esta nueva moda” es el señor Jon Kabat-Zinn, que populariza el uso de la meditación budista al adaptarla al contexto occidental como parte de una intervención terapéutica destinada en un primer momento al dolor crónico.

¿En qué consiste?

El origen de esta práctica data de hace unos 2500 años (casi nada, “moderno” lo llamamos), dónde a través de diversas religiones y tradiciones espirituales se extendían distintas técnicas meditativas.

La meditación es un proceso por el que observamos y somos conscientes de todo lo que está sucediendo en nuestro cuerpo y mente, sin juzgar o modificar nada de lo que observamos, aceptando las experiencias tal y como ocurren. El Mindfulness actual, sería un denominador común de diferentes corrientes de meditación derivadas de esta práctica milenaria, que actualmente se han modificado y adaptado para distintos ámbitos.

Dentro de la práctica del Mindfulness podríamos diferenciar una práctica más formal, cuando iniciamos la actividad dejando todo lo demás de lado y una práctica más informal que sería prestar atención y consciencia plena en nuestro quehacer diario, por ejemplo, mientras comemos, caminamos, cocinamos… (esto que decían las madres “estate a lo que estás”).

¿Cómo se hace?

Independientemente, de la forma en que lo practiquemos, el Mindfulness tendría las siguientes “Instrucciones de uso”:

1) Centrarse en el momento presente: Centrarse en el momento presente en lugar de estar pendiente del pasado (rumiaciones) o del futuro (expectativas, deseos y temores).

2) Apertura a la experiencia: Centrarnos en lo que está sucediendo y estamos sintiendo frente a nuestra interpretación o creencias (que lo verbal no sustituya a lo real).En otras palabras, observar la experiencia como si fuera la primera vez, cualidad que en el Zen se denomina «mente de principiante». También implica apertura a la experiencia negativa, sin intentar cambiarla o evitarla.

3) Aceptación radical: No juzgar ni valorar, aceptar la experiencia tal y como viene, no huir o evitar lo desagradable.

4) Dejar pasar: Consiste en dejar ir, desapegarse de algo a lo que nos aferrábamos. Normalmente tendemos a atesorar cosas (relaciones, dinero, poder, objetos) bajo la creencia errónea del “Cuanto más mejor”, más felices seremos si… Esto, es contradictorio con una característica básica de la realidad, la temporalidad de las cosas, pues lo único constante es el cambio.

5) Renuncia al control: No se busca el control de las sensaciones, emociones o pensamientos. Cuando meditamos no tenemos que tratar de hacer o conseguir algo, ni siquiera por el famoso “dejar la mente en blanco”, fuente de frustración de cualquiera que haya iniciado este tipo de prácticas. Simplemente, hay que poner atención plena en lo que se está haciendo.

¿En qué contextos se utiliza?

Tal ha sido la expansión de esta práctica en las últimas décadas, que actualmente su aplicación se extiende a problemas tan diversos como: Estrés, Trastornos del estado de ánimo, Trastornos de ansiedad, Trastornos de estrés postraumático, Somatización (fibromialgia, colon irritable, síndrome de fatiga crónica), Abuso de sustancias, Trastornos de conducta alimentaria, Trastornos de personalidad, Dolor, Cáncer, Enfermedad cerebrovascular… vamos que vale para todo, como decía mi abuela.

En lo referente a la práctica psicoterapéutica son muchas las orientaciones que han hecho uso del Mindfulness como componente de sus programas terapéuticos, destacando por encima de todas, las llamadas Terapias de 3ª generación (Terapia dialéctico conductual, Terapia de aceptación y compromiso…).

¿Qué efectos tiene?

En nuestro día a día somos muchos los psicoterapeutas que incorporamos este tipo de ejercicios con diversos fines, como: recurso de relajación, reducción de la rumiación, tolerancia a las emociones desagradables, recursos de afrontamiento efectivo… pero sin duda los más destacados a nivel neurobiológico y neuropsicológico, son: la mejora del control atencional, una mayor capacidad de regulación emocional y una transformación de la autoconsciencia.

Por todo ello, el Mindfulness supone una serie de ejercicios a priori sencillos, que no requieren de más recursos que nuestra voluntad, que se pueden aprender y entrenar sin demasiado esfuerzo y que nos reporta un beneficio a múltiples niveles, motivo por el cual se oferta y trabaja en contextos tan distintos que abarcan desde una empresa financiera…hasta el taller municipal de turno.

Para profundizar más en el significado y efectos de esta práctica: https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1130527416300391

http://www.scielo.org.pe/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0034-85972016000100006

https://www.leadersummaries.com/resumen/mindfulness